El uniformado me miraba con sorna y seriedad. Estaba recluido en una pequeña habitación, repleta de libros, sueltos, apilados, en cajas, en estanterías,....De repente apareció otro, solo que además iba armado y con cara de pocos amigos....El calor de aquel sitio me hacía sudar y tragar saliva, mis piernas temblaban ligeramente, pero yo no las movía. Tenían ganas de correr, de salir de allí. Me dije a mi mismo: "calma, tenemos que explicar bien lo que ha sucedido, todo es una confusión, empezaré por el principio...."
Todo comenzó hace unos días, conocí a una chica por internet, hablamos e intercambiamos gustos literarios y no sé muy bien porque concretamos en practicar bookcrossing. Ella me envio unas coordenadas de gps muy precisas del lugar donde podía encontrar el libro de intercambio. El navegador del móvil me llevó hasta las puertas del establecimiento...., la mayor librería de la ciudad.... Era como buscar una aguja en un pajar. Con una medio sonrisa, entré pensando en alguna pista que me llevará hasta el libro objeto de mi deseo....Comencé a recorrer aquel espacio sagrado para las letras....Paseaba ensimismado, viendo portadas y títulos de libros, hojeando algunos, leyendo textos al azar, cuando junto a la mesa de un dependiente uniformado, el mismo que ahora tenía frente a mi, vi algo que me llamó la atención....Había un libro algo viejo, tumbado con una mancha roja, una gota de tinta o tal vez de sangre sobre el tocho de hojas y al acercarme vi dibujado en la parte opuesta al lomo que manoseamos para cambiar hojas, el dibujo con un par de líneas curvas que parecían dos colmillos....Aprovechándome de una joven que preguntaba por no se qué autor, agarré el libro, lo miré y rápidamente lo escondí entre mis brazos. Pero más veloz fue el chico del uniforme verde, que se abalanzo sobre mi y sin quererlo me vi en una pequeña trastienda repleta de libros....Después de oír mi historia, el eficiente empleado y el jefe de seguridad, observaron el libro y con una mueca de sorpresa me dijeron que aquel libro no era de la empresa, alguien lo debía haber perdido, su protocolo les obligaba a dejarlo en depósito un tiempo hasta que su dueño lo reclamará.....Ya, de nuevo, en el puesto de atención y entre bromas por lo insólito y curioso de lo ocurrido, todos sentimos una corazonada que nos hizo buscar el libro sobre la mesa, pero éste ya no estaba....Y vimos a lo lejos, a la chica joven, cuyo rostro ninguno de los presentes apreciamos a ver, como abandonaba apresuradamente la librería....
